Te miraba más allá de los ojos
entre pupilas y corazón
mientras tú me decías no sé qué de tu
trabajo.
Y a mí lo que me importaba era
quedarme atónito
o atontado o bobo o agilipollado
observándote
y viendo en ti ese sueño efímero que
la vida
en muy contadas veces nos pone en el
camino,
eso tan escueto que hace que la baba
caiga a chorros
y me importe un bledo si llevo o no servilletas para limpiarme.
Te miraba más allá
y quería llegarte donde nacen los
huracanes
entrar sin llamar a su guarida y
despertar el tuyo,
provocarlo para que me siguiera
y en cualquier descuido susurrarle al
oído
un sencillo te quiero
y que así descubrieses como me siento
ahora.
Pero no,
te largaste,
te perdiste entre los coches,
me quedé mirando más allá
y vi el letrero de un estanco
entonces recordé que solo me quedaban
dos cigarros.
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